España rozó el título continental en Atenas. Cayó por 65-67 ante Bélgica en la final del EuroBasket 2025, pero se marcha con la cabeza alta tras un torneo sobresaliente, en el que ha superado expectativas, ha consolidado un nuevo núcleo competitivo y ha demostrado que el relevo generacional no es una promesa, sino una realidad.
Durante más de 39 minutos, la selección compitió de tú a tú con la vigente campeona. Tuvo el partido bajo control durante buena parte del segundo tiempo, con ventajas que llegaron a los 12 puntos en el último cuarto. Supo frenar durante muchos minutos a una de las mejores jugadoras del torneo, Emma Meesseman, y respondió al empuje belga con personalidad. No fue suficiente, pero el resultado no puede ocultar lo más relevante. Este equipo ha dado un salto de madurez en apenas una semana.
El tramo final, doloroso por inesperado, no debe eclipsar lo construido a lo largo del campeonato. España llegó a la cita sin cartel de favorita, con un equipo muy joven y sin algunas de sus referentes históricas. Aun así, firmó una gran fase final, eliminando a selecciones consolidadas como Chequia o Francia, y compitiendo hasta el último suspiro ante la campeona vigente.
En el partido decisivo, la defensa volvió a ser el punto de apoyo. El impacto de jugadoras como Ayuso, Fam, Pueyo o Buenavida permitió mantener un ritmo competitivo muy alto durante más de 35 minutos. Solo un cierre repleto de aciertos de Bélgica, sumado a errores puntuales en los segundos finales, evitó un oro que durante muchos minutos pareció inevitable.
Pese a ello, el subcampeonato tiene el valor de una consagración. España ha vuelto a una final europea sin recurrir a fórmulas del pasado. Lo ha hecho desde el trabajo colectivo, la valentía táctica y la capacidad de adaptación. El desenlace fue cruel, pero el camino recorrido refuerza una certeza: el futuro ya está aquí.
Imagen de portada vía FIBA
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