Aitana Bonmatí es una de esas figuras que emergen de lo cotidiano para desafiar lo imposible rompiendo todos los límites que se pueden imaginar cuando eres una niña que empieza a jugar a fútbol. Bonmatí está dejando una marca que trasciende generaciones.
Nacida el 18 de enero de 1998 en Sant Pere de Ribes, un rincón tranquilo de la provincia catalana de Barcelona, Aitana creció sin saber que un día se convertiría en el rostro de una revolución en el deporte femenino y una atleta histórica.
Desde que era pequeña, el fútbol fue su pasión y su lugar seguro, una chispa que ardía en ella mientras lo practicaba y competía con los chicos del vecindario, demostrando que el talento no tiene género desde niña. Sin tener otras chicas con las que jugar, se buscó la vida y lo hizo a su manera porque amaba este deporte.
Sin embargo, el camino no fue sencillo para la que posteriormente fue la mejor jugadora del planeta.
En una sociedad en la que el fútbol seguía siendo, en gran medida, un territorio reservado para los hombres, la presencia de Aitana y otras jugadoras que estaban revolucionando el mundo representaban un acto de reivindicación.
Aitana tenía claro que su amor por el deporte era más fuerte que cualquier barrera. A los 14 años, dio un paso que marcaría su destino cuando decidio ingresar en la cantera del FC Barcelona. El que era el club de sus sueños, y al que llegó convencida de abrirse paso en un entorno donde no valía con ser buena sino que había que ser la mejor.
La suma de esfuerzo y talento que se veía en Aitana la llevó a debutar en el primer equipo en 2016. Desde entonces, la carrera de Bonmatí com el Barça ha sido una historia de éxito tras éxito, estando marcada por una evolución constante y un deseo insaciable de mejorar. Tanto ella como el proyecto, con su presencia como un pilar.
En el campo, Bonmatí se mueve con la precisión y elegancia de una artista al nivel de poder llamarse poesía en movimiento, combinando la visión de un estratega militar con la presión de un francotirador. Su habilidad para leer el juego, anticiparse a todod los movimientos y dirigir el ritmo es tan natural que parece que es algo mágico. Ver jugar a Aitana hace parecer que es fácil, cuando obviamente no lo es.
La temporada 2020-2021 fue un momento determinante para Aitana y el Barcelona, ya que hicieron una hazaña sin precedentes. El equipo blaugrana conquistó el triplete: la Liga, la Copa de la Reina y, por primera vez en la historia del club, la UEFA Champions League femenina.
Fue una temporada histórica y que marcó un punto de inflexión con Aitana como protagonista en cada partido decisivo, especialmente en la final de la Champions contra el Chelsea, donde fue elegida la mejor jugadora del día. En cada toque y cada pase, demostraba que estaba en la cima del fútbol mundial.
Desde ese momento, la grandeza se convirtió en lo cotidiano. Bonmatí llegó a lo más alto tras ganar el Balón de Oro en el 2023, poniendo a todo el mundo del fútbol a sus pies.
Alexia Putellas le dio el relevo a Aitana Bonmatí
Alexia Putellas había dejado el listón muy alto siendo nombrada Balón de Oro en dos años consecutivos. Parecía que eso no se igualaría pronto, y nada más lejos de la realidad. Su compañera de equipo y de selección cogió el relevo. Bonmatí se volvió a sentar en el trono mundial este 2024 siendo elegida la más diferencial del planeta. Lo que la hizo destacar en la cantera del Barça fue trabajar para no ser una de las mejores, sino la mejor. Llegó a extremos que en aquellos momentos parecían impensables.
Aitana Bonmatí, y Alexia Putellas como su antecesora, son historia y gracias a ella el deporte femenino crece a pasos de gigante. Son la fuerza del cambio en el paradigma del fútbol.
Imagen de portada vía Ramsey Cardy – Sportsfile (UEFA via Getty Images)