
El Casademont Zaragoza logró en Valencia una victoria que trasciende lo deportivo y que difícilmente encontrará comparación en su trayectoria reciente. El triunfo ante el Valencia Basket (63-70) no solo mantiene vivo el objetivo de acceder a la Final Six de la Euroliga: constituye una de las reacciones competitivas más extraordinarias que se recuerdan en el baloncesto español. Lo ocurrido en los últimos nueve minutos, con un parcial de 2-28, redefine los límites de un equipo acostumbrado a desafiar la lógica, pero que esta vez llevó su resiliencia a un territorio inédito.
El encuentro había quedado prácticamente sentenciado tras los tiros libres de Leo Fiebich, que establecieron el 61-42 a nueve minutos del final. Hasta ese momento, el Casademont había llegado tarde a todo: desajustes defensivos, atascos ofensivos y una incapacidad notable para imponer ritmo. El Valencia, sostenido por la propia Fiebich en un inicio de gran acierto y por las aportaciones de Fam y Araújo, había dominado desde el 12-4 inicial y mantenido el control hasta alcanzar ventajas cercanas a los veinte puntos.
El Casademont intentó asentarse en el segundo cuarto a través de pequeñas ráfagas —cinco puntos de Fingall, alguna acción puntual de Mawuli—, pero el 41-25 al descanso reflejaba una diferencia que iba más allá del marcador. El inicio del tercer cuarto confirmó la tendencia: tres minutos sin anotar y la sensación de que el partido estaba prácticamente perdido. El intercambio posterior, con aportaciones de Voráčková, apenas sirvió para mantener la distancia sin permitir una reacción real.
Todo cambió en un instante, y lo hizo desde la discreción: un triple de Laia Flores que parecía no alterar nada. Fue, sin embargo, el detonante de un tramo final irrepetible. Hempe encadenó siete puntos, Voráčková acortó diferencias hasta situar el marcador en 61-56 y el Valencia Basket se vio bloqueado, sin soluciones, incapaz de anotar durante casi nueve minutos. Las aragonesas olieron el momento y discutieron cada posesión con una energía que contrastaba con el colapso local.
La reacción alcanzó su punto álgido cuando Carla Leite y Mariona Ortiz aparecieron para completar la obra. La capitana empató el choque con un triple que silenció el Roig Arena y Leite, en uno de sus momentos más determinantes desde su llegada al club, resolvió el partido con cinco puntos consecutivos que culminaron la remontada.
El 63-70 final no solo certifica un triunfo clave en la Euroliga: simboliza la identidad de un Casademont que ha construido su prestigio a base de convicción, carácter y una capacidad competitiva que, en Valencia, alcanzó su máxima expresión. Una victoria que se recordará durante años.
Imagen de portada vía FIBA
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