Elena Delle Donne es una de las jugadoras más destacadas en la historia del baloncesto femenino, y diría del deporte en general. Su talento en la cancha es innegable, pero lo que realmente define su historia es su capacidad para superar todas las adversidades que la vida le ha puesto por delante, tanto físicas como emocionales. A lo largo de las últimas décadas, ha enfrentado retos enormes que habrían terminado con la carrera de cualquier deportista. Sin embargo, Elena siempre encuentra la manera de levantarse y seguir adelante luchando contra todo y demostrando una fortaleza que inspira a los que la conocen.
Su hermana
Elena creció en una familia muy unida, donde siempre destacó un profundo amor por su hermana mayor, Lizzie. Ella nació con múltiples discapacidades severas. De hecho, Lizzie no puede oír, ver ni comunicarse verbalmente con los demás. Sin embargo, la conexión entre ambas hermanas es algo único. Desde pequeña, Elena entendió que su rol como hermana era especial y tenía implicaciones especiales, y ese amor por su familia moldeó muchas de las decisiones importantes en su vida y con lo cual también de su carrera.
Uno de los momentos más significativos de su trayectoria ocurrió cuando decidió no jugar en la Universidad de Connecticut, conocida por tener el mejor programa de baloncesto femenino de todo el mundo. Lo hizo para estar cerca de casa. Aunque la decisión fue criticada por muchos que no entendían el contexto, ella sabía que quedarse cerca de su familia, y especialmente de Lizzie, era lo correcto en ese momento.
Elena continuó su carrera en la Universidad de Delaware, menos reconocida en el ámbito deportivo, pero que le permitió encontrar el equilibrio que necesitaba entre vida personal y el baloncesto.
La enfermedad de Lyme
Uno de los mayores retos en la vida de Elena ha sido una patología relativamente poco conocida, la enfermedad de Lyme. Esta condición, provocada por la picadura de una garrapata, puede ser debilitante, causando fatiga extrema, dolores en las articulaciones y otros síntomas que afectan la calidad de vida. Por lo que para una atleta de élite, tener que lidiar con esta enfermedad es especialmente complicado, pero Elena ha aprendido a adaptarse y ese hándicap no ha evitado que se convierta en una leyenda.
Durante años, sufrió síntomas que no tenían explicación, hasta que finalmente fue diagnosticada y supo contra lo que tenía que combatir. Desde entonces, ha tenido que equilibrar tratamientos, dietas especiales y un entrenamiento modificado para poder mantenerse al nivel más alto de competencia. Sin embargo, la enfermedad no desaparece nunca, hay días buenos y días malos, y ella ha tenido que aceptar que su cuerpo no siempre responderá como quisiera. Por lo que haber tenido regularidad a un nivel tan alto tiene muchísimo mérito.
De hecho, lo más admirable es cómo ha logrado mantenerse competitiva en la WNBA, a pesar de las limitaciones que enfrenta. Su capacidad para sobreponerse y seguir adelante no solo refleja su disciplina, sino también su voluntad inquebrantable. En la liga de baloncesto femenino más exigente del mundo, ha sido una superestrella durante mucho tiempo.
Las lesiones que no la detuvieron
Además de la enfermedad de Lyme, Elena ha lidiado con una serie de lesiones graves a lo largo de su carrera. Problemas en la espalda, una rodilla lesionada y otros percances físicos han sido parte de su camino. Pero si algo ha demostrado es que no se deja vencer fácilmente por estos problemas.
Un momento que marcó su carrera fue durante las Finales de la WNBA en 2019. Mientras lideraba a las Washington Mystics hacia el campeonato, sufrió una hernia de disco en la espalda que habría dejado fuera a cualquier jugador promedio de baloncesto . Sin embargo, Elena decidió jugar a pesar del dolor. Con su determinación y desempeño en la cancha, ayudó a su equipo a ganar el primer título de su historia, convirtiéndose en un ejemplo de superheroína.
Mucho más que una atleta
Elena Delle Donne no es solo una jugadora talentosa; también es una defensora de causas importantes. Su experiencia personal la ha llevado a levantar la voz sobre temas como la enfermedad de Lyme, la inclusión de personas con discapacidades y la importancia de cuidar tanto la salud física como la mental.
Su relación con Lizzie ha sido una fuente de inspiración para muchos. Elena habla abiertamente sobre cómo su hermana le ha enseñado a valorar las cosas importantes en la vida. Además, ha utilizado su plataforma para abogar por quienes enfrentan desafíos similares, convirtiéndose en una figura que trasciende el mundo deportivo.
En 2020, durante la pandemia, Elena volvió a enfrentarse a una difícil decisión. Debido a su condición médica, pidió permiso para no jugar esa temporada, ya que el riesgo de complicaciones era alto debido a su enfermefad. Aunque inicialmente su solicitud fue rechazada, recibió un enorme apoyo del público, compañeras y todo el mundo del deporte, por lo que finalmente decidió priorizar su salud, una decisión que demostró su valentía y madurez.
Elena Delle Donne es mucho más que una jugadora de baloncesto. Su historia es un recordatorio de que las verdaderas campeonas no solo se miden por los títulos que ganan, sino por cómo enfrentan las adversidades y dan lecciones de vida a los demás. A pesar de todas las dificultades que el paso del tiempo le ha presentado, Elena ha continuado luchando, mostrando que la resiliencia es una de sus mayores fortalezas y lo que le ha permitido ser una de las más grandes de la historia.
En un deporte donde la exigencia física es máxima, ella ha demostrado que el éxito no siempre depende del estado de salud. A través de su esfuerzo constante en el baloncesto, su amor por su familia y su compromiso con causas importantes, Elena ha dejado un impacto duradero dentro y fuera de la cancha.
Su legado va más allá de las estadísticas o los trofeos que ha conseguido. Elena Delle Donne nos enseña que, aunque la vida sea impredecible y a veces injusta, siempre es posible encontrar la fuerza para seguir adelante, como ha hecho ella. Es una verdadera inspiración, no solo para los amantes del baloncesto, sino para cualquiera que necesite un ejemplo de valentía y perseverancia, un espejo en el que mirarse.
Elena es lo que cualquiera quiere ser de mayor.
Imagen vía Delaware Online