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Iris Mbulito, más que una deportista

En el deporte español ha habido muchos niños y niñas maravilla. Figuras que irrumpen en el panorama profesional desde que son muy jóvenes y se presentan con un gran futuro.

Hay muchos ejemplos en distintas disciplinas, y cada uno es un mundo con sus virtudes y sus obstáculos. Al final hablamos de deportistas que con 14 o 15 años tienen que tener responsabilidades y, en algunos momentos, mentalidad de adultos. Un contexto bastante complejo y que hay que vivirlo para poder entenderlo. Tienen una presión que, en muchos casos, estos niños y niñas, no están listos para asumir.

Hoy voy a escribir sobre una de esas jóvenes promesas que llegan muy rápido a la cima, pero que luego tienen que superar muchas trabas durante el camino. Porque ser una niña de 14 años y 198 días que debuta en primera división no es algo que se vea todos los días y tiene mucho mérito, pero posteriormente vinieron etapas que no fueron sencillas de llevar teniendo tantas expectativas puestas en ella.

«El futuro en el baloncesto femenino español es de Iris Junio, pero también el presente» publicaron en Diario Marca en octubre del 2013, y más de una década después veremos en profundidad cómo ha ido evolucionando la carrera de la jugadora isleña que apuntaba a ser una de las mejores del país desde que debutó con el C.B Islas Canarias.

LA HISTORIA DETRÁS DE IRIS

La carrera deportiva de la jugadora de Gran Canaria comenzó en su isla, siendo una jugadora que destacaba muchísimo y se estaba haciendo un hueco en el baloncesto local. Fue tan rápido su crecimiento en la disciplina de la pelota naranja que antes de los 15 años ya jugaba en primera división y era una fija en las categoría inferiores de España.

Y en parte es normal, porque jugar a baloncesto es algo que le viene en el ADN. Es hija de Purificación Mbulito Upolo, nacida en Guinea Ecuatorial pero que fue muy joven al archipiélago afortunado. Un nuevo comienzo que cambió su vida, en parte gracias a la pelota naranja y las canastas.

«Me lo ha dado todo; si tuviera que vivir de nuevo quisiera repetir todo lo que he hecho a través del baloncesto» decía Puri en una entrevista en el medio de comunicación Tinta Amarilla.

Este contexto, de tener una madre a la que el baloncesto le cambió la vida, es muy importante para entender el desarrollo de Iris. Ya que Puri ya había probado con el equipo canarión incluso antes de irse a vivir a la isla siendo muy joven.

«Mis sobrinas Menchu y Consuelo eran vecinas de Domingo y ya entrenaban con él y yo, que vivía en Guinea Ecuatorial, iba a verlas cada verano. Un año antes ya había ido a probar, pero sólo un par de días» recordaba la madre de Iris para el medio Canarias Ahora sobre ese primer contacto con el club de su vida.

Puri hizo una gran carrera y es una jugadora recordada en nuestro baloncesto, pero en varias entrevistas ha dicho que le gustaría volver a vivir toda la emoción de este deporte otra vez. Algo que es imposible, pero su legado continúa con la trayectoria de su hija.

Todo este escenario que se formó alrededor de Iris desde, incluso desde antes de tocar su primera pelota de baloncesto, escribió de alguna forma su destino. Y parecía que iba a ir sobre ruedas, como si de una película de Hollywood se tratase, con sus guionistas y con ella como actriz protagonista. Una hija de exjugadora que llega a primera división con 14 años y apunta a estrella desde aquel momento, era una narrativa perfecta.

Pero no todo es tan bonito como parece. No es un camino de rosas ni nada parecido. Iris durante su carrera ha tenido muchos altibajos tanto físicos como mentales. Con momentos en los que ha llegado al extremo de querer alejarse del deporte que siempre la ha acompañado.

Ahora mismo, Mbulito vive una nueva etapa en un renacer deportivo con la camiseta del IDK Euskotren. Desde que regresó a la acción en la liga española, primero con el SPAR Gran Canaria y después con el conjuntodonostiarra, ha vuelto a sonreír y, también, para hacernos sonreír a los que disfrutamos con su juego.

La historia de una jugadora que apuntaba a ser una estrella con un camino relativamente sencillo, acabó siendo la de una guerrera que ha tenido que superar muchos problemas para seguir botando el balón con felicidad y paz. Una historia que ha estado marcada por la resiliencia y la lucha contra las adversidades.

No siempre fue así. Cuando hizo su debut a una edad tan temprana, las expectativas puestas en Iris se convirtieron en una carga pesada sobre sus hombros. Una mochila difícil de llevar encima.

Durante los siguientes años y en momentos claves en el desarrollo de las jugadoras, las lesiones comenzaron a hacer acto de presencia y a tener mucha influencia. Algo que poco a poco fue alejándola de las canchas en varias ocasiones, y, por lo tanto, se fue frenando la progresión que todos esperaban de ella.

A toda esta presión se sumaron las comparaciones, que no tardaron en aparecer, como es habitual en estos casos. Y lo que debía ser un proceso natural de crecimiento deportivo y personal se convirtió en un constante intento por cumplir con las expectativas ajenas con el hándicap de los problemas físicos.

Una carrera que parecía tenerlo todo a favor, acabó teniendo muchas cosas en contra. Lo que se presuponía que sería un paseo por las nubes, acabó siendo, prácticamente, un descenso a los infiernos. El paseo por un campo de rosas se transformó en una sucesión de pequeñas batallas contra el físico y la mente que, afortunadamente, no pudieron con ella.

Para entender su trayectoria deportiva de verdad, habría que haber estado en su piel en los momentos más complicados. Solo ella es consciente de todo lo que ha pasado para estar donde está ahora mismo. Pero todos sabemos que es uno de los mejores ejemplos a seguir, y no solo en el deporte sino en la vida.


Imagen vía La Provincia / José Pérez Curbelo / Santiago Icígar

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