En el panorama del baloncesto femenino español, pocas figuras han logrado dejar una huella tan profunda en los últimos años como la de Cristina Ouviña. La base zaragozana alcanzó lo que se conoce como ‘el prime’ de su carrera durante la temporada 2020-2021, consolidándose como una líder indiscutible en el parqué y como un referente tanto dentro como fuera de la pista. Ayudando a que su equipo logre cosas que sin ella eran impensables. Ese periodo marcó su consagración definitiva en la élite y en la historia, siendo reconocida con múltiples distinciones individuales que avalan no solo su talento, sino también su regularidad, entrega, carisma y carácter competitivo.
En esa temporada 2020-21, Ouviña fue galardonada con el MVP Nacional de la Liga Femenina Endesa, premio que distingue a la mejor jugadora española de la temporada. El momento en el que se sentó en el trono como la reina de la Liga Femenina Endesa.
Este reconocimiento no fue una casualidad, ni mucho menos, sino el reconocimiento a su influencia en el juego del Valencia Basket, club al que llegó en 2020 y con el que rápidamente tejió una conexión especial. Como pocas veces se ha visto en el club. Su dirección de juego, visión táctica y energía contagiosa marcaron un antes y un después en el proyecto valenciano, que por entonces aspiraba a consolidarse entre los mejores de Europa y gracias a ella dieron pasos muy importantes.
Ese mismo año, Ouviña también fue distinguida como la MVP de la Supercopa LF Endesa, torneo en el que lideró a Valencia Basket hacia el título con actuaciones decisivas, mostrando una madurez y una capacidad de liderazgo que reafirmaban su estatus y que estaba en su mejor momento.
Pero el punto más alto llegó en la Supercopa de Europa, celebrada en septiembre de 2021, donde nuevamente fue nombrada MVP, tras una brillante actuación en la final ante el UMMC Ekaterinburg, uno de los gigantes continentales y equipo que parecía invencible por aquella época. El Valencia Basket hizo historia al alzarse con el trofeo europeo, y Ouviña fue el corazón de ese éxito, y nombrada como la mejor jugadora del partido que enfrentaba a los mejores equipos de Europa la temporada anterior.
Estas distinciones no solo muestran un momento de forma excepcional y muy dulce, sino también una trayectoria de esfuerzo constante, superación y compromiso con el baloncesto. Un ejemplo de darlo todo por el deporte que ama.
Formada en su Zaragoza natal y curtida en ligas como la francesa, polaca o checa, Ouviña regresó a España con una experiencia internacional en EuroLeague que era incalculable. Se puso en el papel de líder del Valencia sobre la cancha y también se convirtió en una pieza clave de la selección nacional, con la que también ha cosechado importantes logros a lo largo de su trayectoria.
Cristina Ouviña representa una generación de jugadoras que han elevado el nivel del baloncesto femenino español. Cogió una mochila que pesaba mucho de las generaciones anteriores con jugadoras como Laia Palau y pudo cargarla. Su temporada 2020-21 es ya parte de la historia de este deporte en nuestro país, un ejemplo de excelencia, trabajo y pasión.
A veces se suele dar menos peso a nivel histórico a cosas por ser recientes, pero eso no le quita el valor que tienen. En aquel tiempo no solo se consagró como la mejor base española del momento, sino como una auténtica reina del baloncesto nacional y una de las figuras del continente.
Queda prohibido olvidar esa versión ‘prime’ de Ouviña vistiendo la camiseta del Valencia. Una vez entre un millón encuentras una jugadora con sus características y un momento tan dulce, porque llegó a un punto de excelencia en el que verla jugar era poesía en movimiento. Si te gusta el baloncesto, ver partidos de ese momento de Cristina es puro placer visual.
Imagen de portada vía FIBA
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